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viernes, 28 de noviembre de 2014

Órdenes mendicantes después de la reforma teresiana.


Cómo en la anterior entrada, en este iremos viendo la influencia teresiana en las órdenes mendicantes de la época, especialmente en España.

CARMELO CALZADO

Los Carmelitas nacieron, hacia finales del siglo XII, de un grupo indefinidos, no bien conocido de laicos, peregrinos y cruzados que, cansados de la guerra o deseosos de aguardar la definitiva venida del Señor que, según la mentalidad apocalíptica, tendría lugar en Jerusalén, se retiraron a la montaña del Carmelo, donde adoptaron el estilo de vida eremítico, en boga por aquel entonces, como oposición y reforma al movimiento monástico. Estos primeros Carmelitas se dedicaron a la oración y la meditación de la Palabra de Dios.

Aquellos primeros carmelitas, antes de estructurarse en colegio, lo que tendrá lugar con la Regla, eran ermitaños independientes, por libre, que buscan la perfección a través de la soledad, en donde tratar de luchar contra el diablo -el combate con el diablo, propio de la espiritualidad del desierto- y contra todos los enemigos del hombre verdaderamente cristianos, las pasiones. Posteriormente,

En un segundo momento, entre 1206-1214, pidieron a san Alberto Avrogardo, patriarca de Jerusalén, residente en San Juan de Acre que les diese una Regla, una formula de vida, por la que regirse, y en la que define el ideal carmelitano como “vivir en obsequio de Jesucristo, sirviéndole fielmente con corazón puro y buena conciencia”.

La falta de seguridad en Tierra Santa provoca que, a partir de 1220, los Carmelitas comiencen su emigración hacia Europa estableciéndoos en Chipre, Sicilia, Francia, Inglaterra. En 1291, con la caída de San Juan de Acre, se acaba con la presencia de los Carmelitas en el Monte Carmelo.

La mitigación de la Regla, las adaptación de la misma a las nuevas exigencias de la vida religiosa, por parte de Inocencio IV, 1247, es el punto de partida de la adaptación de la Orden del Carmen de sus orígenes eremíticos al esquema de vida mendicante, al permitirse a los Carmelitas fundar sus conventos en las ciudades y dedicarse a predicar y confesar al igual que los otros Mendicantes, aunque no será hasta el II Concilio de Lyón cuando oficialmente sean considerados Mendicantes, al lado de los Dominicos, Franciscanos, y Ermitaños de San Agustín.

Establecidos en Europa, y buscando señas de identidad con las que poder ser reconocido por la gente, desarrollan la devoción al profeta Elías, al que presenta en su doble vertiente, como prototipo de del ermitaño dedicado por entero a la contemplación, y por otra parte como modelo de vida mixta en cuanto conjuga la acción y la contemplación.

Igualmente, desarrollan la piedad mariana que termina por identificarles como la Orden de la Virgen, siendo a partir del establecimiento en Europa cuando se generaliza el título con el que oficialmente se conoce la Orden. Hermanos de la Bienaventurada Virgen María del Monte Carmelo

Aquellos carmelitas de los últimos tiempos medievales, que pretendían vivir en obsequio de Jesucristo, se caracterizaron por: La contemplación, fundamento de la vida y del apostolado del carmelita, la oración, y con ella la meditación, el recogimiento y el silencio, la ascesis, que implica la sobriedad de vida, la pobreza, que implica la vida humilde y de dependencia de los demás, el apostolado, tanto en sus iglesias como fuera de ellas.

CARMELITAS DESCALZOS

 San Juan de la Cruz
 Santa Teresa de Jesús

El Carmelo Descalzo reconoce como madre y fundadora a Santa Teresa de Jesús, y además con él nos encontramos con la única Orden que ha tenido por fundadora a una mujer, y, a diferencia de la otras ordenes, con rama masculina y femenina, ha sido la femenina, la que ha precedido a la masculina.

No vamos a entrar en la vieja polémica entre el carisma del reformador y el carisma del fundador. En la Madre Teresa de Jesús se dio, "querer conservar la continuidad del Carmelo", lo novedoso no es el pasado en sí, sino el progreso, la mirada al futuro, lo que nos lleva a pensar que Santa Teresa de Jesús "quiso que naciese un nuevo estilo de vida religiosa", y lo hace siempre en fidelidad a la Iglesia.

Lo que acabamos de decir es una afirmación que pasará a las constituciones donde nos definimos como "una Orden antigua, que hermana la fidelidad a la tradición espiritual del Carmelo con un afán de renovación permanente". Tradición y afán de renovación, dos actitudes legadas al Carmelo Descalzo por su madre y fundadora Santa Teresa de Jesús.

En el tiempo, siete años, que media entre la visión del infierno, lo que motiva en Santa Teresa de Jesús el deseo de vivir a mayor perfección, 1559, y la visita del General de la Orden, P. Rubeo, a Ávila, 1566, se define el ideal teresiano, donde al fin va a predominar lo fundacional sobre los reformador, pues aunque hay en ella un entronque con lo anterior, una búsqueda de la regla primitiva, un deseo de ir a las fuentes de lo carmelitano, los "padres nuestros de donde venimos", lo novedoso en ella es "la voluntad de autodeterminación" a algo, que, vivido interiormente por ella, va a ser transmitido al grupo o familia por ella iniciada.
MM. Carmelitas Descalzas de Plasencia (Cáceres) junto al Prepósito General P. Saverio Canistra y el Provincial de Castilla el P. Miguel Márquez

En Santa Teresa de Jesús hay un crecimiento que va desde su deseo de reformarse a ella, o de reformar su orden, lo que motiva la fundación de San José de Ávila, 1562, a una preocupación eclesial, el de la unidad de la Iglesia, la vieja cristiandad, y finalmente, la preocupación apostólica al descubrir la misión, los nuevos espacios que se abren para la Iglesia en el América, el nuevo mundo.

Una comunidad de Carmelitas Descalzos de Polonia
 Comunidad de Carmelitas Descalzos del Desierto de san José de Las Batuecas (Salamanca)
 Comunidad de Carmelitas Descalzos del Burgo de Osma (Soria)
Una comunidad de Carmelitas Descalzos de novicios estudiantes

El final de todo este proceso será el desarrollo fundacional que se desata y que llenará el resto de su vida, 1567-1582, y el dar a luz a los frailes descalzos, lo que acontece con San Juan de la Cruz y el P. Antonio de Jesús en Duruelo, 28 de noviembre de 1568, a los que transmite no sólo su estilo de vida, sino también su pasión o preocupación por la Iglesia y por la salvación de las almas, su ideal apostólico y misionero.

AGUSTINOS RECOLETOS O DESCALZOS

Fray Luis de León escribe las constituciones de los frailes agustinos recoletos en Talavera de la Reina (Toledo) en 1588 y serán aprobados en 1910 por el Papa san Pío X

La antigua Orden de Agustinos Descalzos de Filipinas y de las Indias u Orden de Recoletos de San Agustín (ORSA), conocida cómo Orden de Agustinos Recoletos (OAR) es una Orden religiosa perteneciente a la Iglesia Católica surgida en el siglo XVI y que en el año 2012 está presente en 19 países alrededor del mundo y se encuentra conformada por cerca de 1.200 sacerdotes y religiosos. Además de los monasterios de monjas de clausura, las comunidades de religiosas de vida apostólica, la Fraternidad Seglar, laicos que viven según la regla de la Orden, y las comunidades de jóvenes agustinos recoletos.

Introducción

La nueva orden surge de la Orden de San Agustín, en el siglo XVI, cuando el Capítulo de la Provincia de Castilla, celebrado en Toledo en 1588, determinó, a petición de algunos religiosos agustinos, que en algunas casas se viviera un modo de vida distinto. Nacen así los Agustinos «Recoletos» como una forma de vivir más intensamente la interioridad. A los pocos años de iniciarse la recolección, en 1606, parte la primera expedición misionera a Filipinas. Después de más de tres siglos de historia, en 1912, los agustinos recoletos fueron reconocidos por la Iglesia Católica como orden religiosa mediante el Breve Pontificio "Religiosas Familias" de san Pío X.

Primera orden o Rama masculina

Resumen histórico

Novicios frailes agustinos recoletos en Monteagudo (Navarra)

Los agustinos recoletos nacen de la restauración católica de la segunda mitad del siglo XVI. En diciembre de 1588, en el seno de la provincia agustiniana de Castilla, con ánimo de instaurar un sistema de vida más austero y perfecto. La Forma de vivir, redactada por Fray Luis de León, fue aprobada por el definitorio provincial en septiembre de 1589 y, ocho años más tarde, obtuvo la confirmación pontificia. Sus catorce capítulos traducen y concretan el deseo de mayor perfección en una intensificación de la vida contemplativa y comunitaria y en una acentuación de los rasgos ascéticos de la vida religiosa. Comenzaron a practicarse en el convento de Talavera de la Reina en octubre de 1589.

En 1602 la Santa Sede desligó los cinco conventos reformados de la obediencia del provincial agustino de Castilla y erigió con ellos la «Provincia de san Agustín de frailes recoletos descalzos de España». La provincia continuaba dependiendo del prior general de la orden, a cuya autoridad, sin embargo, se señalaban límites precisos. En adelante, no podría modificar sus estatutos ni visitar sus conventos sin la compañía de dos frailes reformados.
Tres años más tarde, en 1605, el segundo capítulo provincial abrió a la reforma el horizonte misional. Esta determinación perfeccionó el carisma de la nueva orden, acomodándolo más al modelo agustiniano. Al igual que san Agustín había rechazado la tentación de huir al desierto, la Recolección rechazó la de recluirse en el convento, asoció al «ocio santo» el «negocio justo» y acudió en ayuda de la madre Iglesia que solicitaba su concurso para alumbrar nuevos hijos para Dios.
En 1621 la santa sede elevó la provincia al rango de congregación religiosa, encomendando su gobierno a un vicario general elegido por sus miembros. El prior general de la orden de agustinos conservaba intacta la jurisdicción, pero la presencia de una autoridad supraprovincial dentro del cuerpo de la reforma contribuyó a afirmar su propia identidad y a desvincularla de la orden. En el mismo año se celebró el primer capítulo general, y en él se dividió la congregación en cuatro provincias. Tres tenían todos sus conventos en España; la cuarta, en Filipinas.
Otros hitos importantes en este proceso de búsqueda y afirmación de la propia individualidad son la publicación de las primeras Constituciones propias (1631 y 1637), del ceremonial (1639–1640), libro muy importante en una comunidad de tendencia contemplativa, y de la historia general de la congregación (1664).
A principios del siglo XVII, y a imitación de la Recolección castellana, surgió otro movimiento reformista entre los agustinos colombianos. En 1604, el definitorio de la provincia de nuestra Señora de Gracia asignó a sus promotores el convento de El Desierto de la Candelaria y les dio unas normas de vida substancialmente idénticas a las de Fray Luis de León. En 1616, los recoletos colombianos, que ya contaban con los conventos de Panamá y Cartagena, adoptaron la Forma de vivir de la Recolección española , en 1629 se incorporaron a ella y en 1666 pasaron a formar la quinta provincia de la congregación.
En el siglo XIX la congregación experimenta un cambio profundo. Las desamortizaciones de España (1835–1837) y Colombia (1861) la despojaron de sus conventos, impidieron la vida común y la transformaron en una comunidad apostólica y misionera. Durante más de un siglo las misiones y el apostolado ministerial han sido las ocupaciones casi exclusivas de sus miembros.
A principios del siglo XX, la comunidad consiguió su plena autonomía jurídica. Importante fue el Capítulo General que tuvo lugar el Monasterio de San Millán de la Cogolla, (La Rioja, España) en 1908, en el que se acepta el cambio de orientación de la Orden. Por rescripto del 18 de julio de 1911, la congregación de religiosos sancionó su total independencia del prior general de los agustinos. Un año más tarde, el día 16 de septiembre de 1912, san Pío X la inscribía en el catálogo de las órdenes religiosas, concediendo a su superior el título y las facultades de prior general.

Frailes famosos

Segunda orden oagustinas recoletas

 Las comunidades de las agustinas recoletas de Serradilla (Cáceres) y La Calzada de Oropesa (Toledo)

El carisma agustino recoleto es compartido por los monasterios de monjas agustinas recoletas, o segunda Orden, nacidas en el mismo tiempo y con las mismas aspiraciones espirituales que los primeros recoletos. Las hermanas con su vida contemplativa ponen de relieve esta dimensión fundamental del carisma agustino recoleto.

El origen de la recolección femenina es idéntico al de la masculina. El mismo capítulo de Toledo de los Agustinos mandó destinar tres o más monasterios para monjas que desearan abrazar una vida más austera. En cumplimiento de esta orden, el 24 de diciembre de 1589 se abría en Madrid el primero de ellos y se imponía el hábito a las primeras candidatas. En 1594 fundaron el segundo convento en Salamanca. Pero sólo a principios del siglo XVII aparece la figura carismática que enciende sus ánimos y da cauce jurídico a sus aspiraciones.
 La sierva de Dios Mariana de san José

Es la Madre Mariana de San José quien en 1603, en estrecha colaboración con el padre Agustín Antolínez, catedrático de Salamanca, organiza en Éibar el tercer convento y da reglas más completas y acordes con la espiritualidad del momento.

Esas constituciones, aprobadas por Paulo V en 1616, proponían un programa religioso que en nada difería del delineado en la Forma de Vivir de los frailes. Ambos textos coinciden en el vigor de su tensión religiosa, en su entonación comunitaria y en sus exigecias ascéticas. Con estas Constituciones en la mano y en el corazón la madre Mariana pudo iniciar el despliegue que en pocos años condujo a las recoletas a las principales ciudades de España y a algunas extranjeras: Lisboa, Galway (Irlanda), México, Oaxaca, Guadalajara y Lima. A finales del siglo XVII contaba con 37 monasterios. En ellos varios centenares de hermanas agustinas recoletas vivieron y viven su historia de amor a Jesucristo, dedicadas a la oración y las alabanza divinas, en clima de silencio y sencillez, en urgencia de caridad fraterna, intercediendo por la extensión del Reino de Cristo en todo el mundo. En todos estos monasterios han vivido siempre almas selectas que han mantenido muy alto el nivel religioso de la comunidad. Cabe recordar a Antonia de Jesús (1612-95), fundadora de los conventos de Granada, Chiclana, y Medina Sidonia; a Isabel de la Madre de Dios (1614-87), fundadora de Serradilla y Calzada; a Guadalupe Vadillo (1874-1967), restauradora de la Recolección en México; Esperanza Ayerbe (1890-1967), misionera en China y cabeza de las Misioneras Agustinas Recoletas; y a Mónica de Jesús (1889-1964), una humilde hermana, cuyas virtudes heroicas han sido reconocidas por la Iglesia (1992). Tienen actualmente 46 monasterios: España (28), México (13), Estados Unidos (1), Filipinas (1), Brasil (1) y Kenia (2). Los monasterios de agustinas recoletas están agrupados en dos federaciones, la de España y la de México

miércoles, 19 de noviembre de 2014

Influencia de santa Teresa de Jesús en el movimiento reformador de las órdenes tanto mendicantes como monásticas, de la época

San Pedro de Alcántara, ofm y santa Teresa de Jesús, coetáneos alaban a Nuestro Señor
San Francisco de Borja, jesuita y 3º prepósito general, en una de sus visitas a Ávila y santa Teresa de Jesús 
 Santa Teresa de Jesús y san Juan de la Cruz veneran a la Sagrada Familia de Nazareth.
                                     San Juan de la Cruz y santa Teresa de Jesús adoran al Crucificado, a su Amor.
San Pedro de Alcántara, franciscano, iniciador de los descalzos, y santa Teresa de Jesús
San Agustín de Hipona, padre y doctor de la Iglesia en Occidente y santa Teresa de Jesús adorando el Amor de Dios en la Comunión y su Encarnación.
San Agustín de Hipona, padre y doctor de la Iglesia en Occidente y santa Teresa de Jesús, inspirados por el Espíritu Santo.
San Juan Bautista de la Concepción, reformador de la Orden Trinitaria, la descalcez, en su paso por Almodóvar del Campo (Ciudad Real) pueblo natal del santo y de san Juan de Ávila, se hospedó la santa en la casa del santo trinitario, siendo él, niño, le profetizó la obra que asistiría, la reforma de la orden Trinitaria.
La sierva de Dios Ángela Mª de la Concepción, iniciadora junto con san Juan Bta. de la Concepción de las monjas trinitarias descalzas, su primer convento, el del Toboso (Toledo) bebiendo de la espiritualidad teresiana.

El P. Juan Bta. del Santísimo Sacramento y la Beata Mariana de Jesús iniciadores de la descalcez mercedaria, bebiendo de la espiritualidad teresiana.
Fray Luis de León, escritor de las constituciones de 1588 de los nuevos frailes agustinos, recoletos y la sierva de Dios Mariana de san José, fundadora de las agustinas recoletas. Los dos estuvieron en contacto con santa Teresa de Jesús. La sierva de Dios Mariana de san José estuvo en contacto con ella en Alba de Tormes, el fraile agustino le biografió.

San Juan de Ribera y la M. Mariana de san Simeón, fundador y la 1ª hermana de las agustinas descalzas, que beben de la regla de san Agustín y de la espiritualidad teresiana, de hecho la primera comunidad convivió con varias carmelitas descalzas para asimilar dicha espiritualidad.

Fue Santa Teresa de Jesús, una gran mujer de fe, que movió montañas, habiendo puesto los  ojos en el Señor Jesús, aquel le había llamado para sí, se confió a Él, a su Majestad, Amor que le había amado desde siempre como a nosotros nos ama desde todos los siglos. Éste fue el descubrimiento que le llevó a fijar toda su vida en Aquel que le salvó para toda la eternidad. Este Amor recibido de Jesucristo desde siempre especialmente en su misterio Pascual, Pasión Muerte y Resurrección, le movió a reformar la orden de las vírgenes consagradas del jardín del Carmelo, pues fue Él quién, le inspiró la reforma de la Iglesia desde la vida monástica; desde el claustro, la mortificación sana, la soledad, la oración, el sacrificio, la vida de virtudes (fe, esperanza, la caridad,...), la alegría, la fraternidad,.. Infundió Fe, Esperanza y la Caridad desde la experiencia de la vida cristiana, de la vida en comunidad, desde aquel pequeño monasterio de san José de Ávila y desde el resto de fundaciones, aquellas esposas contemplativas de Jesucristo que desde su comunidad irradiaban el Amor de Dios al resto de la Iglesia en un periodo de la Historia de la Iglesia no fácil, con el movimiento luterano, anglicano,.. divisiones en la Iglesia y que hacían daño en motivos de vivencia de la fe, en el individualismo,... 

Tras dejar una honda huella de olor a Cristo, que compartió a otros a seguir la huella de Cristo, es el caso de san Pedro de Alcántara, san Juan de la Cruz, san Juan de Ávila, san Luis Bertrán, san Francisco de Borja, la Beata Ana de san Bartolomé, Beata María de Jesús López, la venerable Ana de san Agustín, el siervo de Dios Jerónimo de la Madre de Dios Gracián  de algún modo, 

Es verdad que de alguna manera pudo influir el movimiento de la descalcez entre las clarisas, es decir la reforma de las monjas clarisas llevadas a cabo por santa Coleta de Corbie o las capuchinas de la sierva de Dios Mª Lorenza Longo, en un espíritu de mayor pobreza, soledad, oración, fraternidad, sacrificio, abandono en la Divina Providencia,...

 santa Coleta de Corbie, fundadora de las clarisas descalzas.
sierva de Dios Mª Lorenza Longo, fundadora de las clarisas capuchinas

Un ejemplo: Los Agustinos Recoletos o descalzos.

Los Agustinos Recoletos en España o los Agustinos Descalzos en Italia, son una orden religiosa formada que, viviendo la vida fraterna en comunidad, quieren seguir a Cristo, casto, pobre y obediente; buscan la verdad y están al servicio de la Iglesia; se esfuerzan por crecer en la caridad según el carisma de san Agustín y la intensidad propia de la Recolección, movimiento de interioridad y radicalidad evangélica. 
Su proyecto de vida es el propio de una orden religiosa, suscitada bajo el impulso del Espíritu Santo y aprobada por la Iglesia: viviendo en comunión de hermanos, desean seguir a Cristo, casto, pobre y obediente; buscan la verdad y están al servicio de la Iglesia; se esfuerzan por conseguir la perfección de la caridad según el carisma de san Agustín y el espíritu de la recolección.
El carisma es una experiencia del Espíritu Santo que implica un modo específico de ser, una específica misión y espiritualidad, estilo de vida fraterna y estructura al servicio de la misión eclesial. El carisma agustiniano se resume en el amor a Dios sin condición, que une las almas y los corazones en convivencia comunitaria de hermanos, y que se difunde hacia todos los hombres para unirlos en Cristo dentro de su Iglesia. La vivencia del propio carisma les transmite la vitalidad que procede del Espíritu Santo, los renueva constantemente y los impulsa a la formación permanente para estar disponibles en el servicio de la Iglesia.
Patrimonio espiritual de la Orden son la vida, la doctrina y la Regla de San Agustín, la “Forma de vivir” de los comienzos de la recolección y el testimonio de santidad de tantos hermanos que, fieles al Espíritu, han dado vida a su historia.
Las Constituciones son la expresión del carisma de la Orden y proponen la manera peculiar de seguir a Jesús respondiendo a la vocación de agustinos recoletos. En ellas se integran los tres aspectos constitutivos del carisma: el amor contemplativo, el amor ordenado comunitario y el amor difusivo apostólico.
La Orden está formada por religiosos sacerdotes y religiosos hermanos; todos ellos viven su vocación, comparten la vida fraterna en la comunidad y tienen una misión que realizar.

sábado, 8 de noviembre de 2014

Con motivo del V Centenario del Nacimiento de Santa Teresa de Jesús (1515-1582) 2015

 SANTA TERESA DE JESÚS


Nace en Ávila el 28 de Marzo de 1515, en la casa señorial de Don Alonso Sánchez de Cepeda y Doña Beatriz Dávila de Ahumada. Eran 10 los hermanos de Teresa y 2 los hermanastros, pues su padre tuvo dos hijos en un matrimonio anterior.

Es bautizada el 4 de Abril del mismo año en la parroquia de san Juan Bautista de la ciudad de Ávila.

 Iglesia de san Juan Bautista de la ciudad de Ávila
Pila bautismal de san Juan, Ávila, donde fue bautizada la santa

Desde muy pequeña manifestó interés por las vidas de los santos y las gestas de caballería. A los 6 años  llegó a iniciar una fuga con su hermano Rodrigo para convertirse en mártir en tierra de moros, pero fue frustrada por su tío que los descubre aún a vista de las murallas.

Juegan entonces a ser ermitaños haciéndose una cabaña en el huerto de la casa.
Patio donde jugaban a hacer ermitas.

Reina entonces en España un espíritu de aventura y conquista: parten guerreros a Flandes, conquistadores a América, y la literatura vive de este espíritu. En manos de Teresa caen algunos de estos libros y entonces ella sueña con ser una de las damas que se acicalan y perfuman para sus galanes ilustres. El coqueteo le gusta, pues encuentra además la complicidad de sus primas y la corteja un primo suyo.

Su madre muere en 1528 contando ella 13 años, y pide entonces a la Virgen que la adopte hija suya. Sin embargo sigue siendo “… enemiguísima de ser monja,” (Vida 2,8), y al ver su padre con malos ojos su relación con su primo, decide internarla en 1531 en el colegio convento de Gracia, regido por agustinas, donde ella echará de menos a su primo pero se encontrará muy a gusto.

Monasterio de Ntra. Sra. de Gracia, de monjas agustinas

A medida que se hace mayor, la vocación religiosa se le va planteando como una alternativa, aunque en lucha con el atractivo del mundo.

Su hermano Rodrigo parte a América, su hermana María al matrimonio y una amiga suya ingresa en La Encarnación. Con ella mantendrá largas conversaciones que la llevan al convencimiento de su vocación, ingresando, con la oposición de su padre, en 1535.

 Monasterio de la Encarnación de Ávila.
  Monasterio de la Encarnación de Ávila

Dos años después, en 1537, sufre una dura enfermedad, que provoca que su padre la saque de la Encarnación para darle cuidados médicos, pero no mejora y llega a estar 4 días inconsciente, todo el mundo la da por muerta. Finalmente se recupera y puede volver a La Encarnación dos años despues en 1539, aunque tullida por las secuelas, tardará en valerse por sí misma alrededor de 3 años.

Muere su padre en 1544.

La vida conventual era entonces muy relajada con cerca de 200 monjas en el monasterio y gran libertad para salir y recibir visitantes. Teresa tenía un vago descontento con este régimen tan abierto, pero estaba muy cómoda en su amplia celda con bonitas vistas, y con la vida social que le permitían las salidas y las visitas en el locutorio.

En la cuaresma del año 1554, contando ella 39 años y 19 como religiosa llora ante un Cristo llagado pidiéndole fuerzas para no ofenderle. Desde este momento su oración mental se llena de visiones y estados sobrenaturales, aunque alternados siempre con periodos de sequedad.


Aunque recibe muchas visiones y experiencias místicas elevadas, es una visión muy viva y terrible del infierno la que le produce el anhelo de querer vivir su entrega religiosa con todo su rigor y perfección, llevándola a la reforma del Carmelo y la primera fundación.

Esta primera fundación será una aventura burocrática y humana con muchos altibajos: su confesor aprueba un día y reprueba otro, el Provincial apoya con entusiasmo, para luego retirarse, y el Obispo que nunca había dudado de Santa Teresa, llegado el momento titubea. En un momento parece que todo fracasa y Teresa, siempre obediente, se retira a su celda sin nada poder hacer, aunque Doña Guiomar de Ulloa y el Padre Ibáñez logran de Roma la autorización.

Por obediencia parte entonces a Toledo varios meses, para consolar a la viuda Luisa de la Cerda. Esta distancia favorecerá los progresos del monasterio de San José de Ávila, que progresan a escondidas, a pesar de los rumores. Regresará para encontrarse con el breve del Papa.

Convento de san José, Ávila, 1ª fundación teresiana.

Fundado el 24 de Agosto de 1562, encuentra una terrible hostilidad, proveniente de la Iglesia que ve ninguneada su autoridad, se alzan algunas voces pidiendo el derribo del nuevo convento, toda la ciudad está alborotada, y Teresa debe abandonarlo dejando a las cuatro novicias solas, para volver a su celda de La Encarnación. Sólo se podrá incorporar un año después de su fundación, dejando la celda amplia y las comodidades de La Encarnación por las estrecheces de San José de Ávila, pequeño y austero hasta el extremo.

Por mucho tiempo parece que la fundación de la nueva orden tendría sólo este monasterio, hasta que Teresa vuelve a llorar al saber que las necesidades de misiones en América son importantes. Escucha entonces en oración: “…Espera un poco hija, y verás grandes cosas.”, y poco después le llegan instrucciones y autorización para fundar más conventos.

Comienza aquí una intensa actividad de Santa Teresa que sólo termina con su muerte, en la que compaginará el gobierno de su orden, con las fundaciones de nuevos conventos y la redacción de sus libros, sin perder nunca el buen ánimo ni la esperanza, en la confianza de que no era su voluntad lo que estaba cumpliendo y que le llegarían los apoyos que necesitara, como así fue en todo momento.

Fundó en total 17 conventos: Ávila (1562), Medina del Campo (1567), Malagón (1568), Valladolid (1568), Toledo (1569), Pastrana (1569), Salamanca (1570), Alba de Tormes (1571), Segovia (1574), Beas de Segura (1575), Sevilla (1575), Caravaca de la Cruz (1576), Villanueva de la Jara (1580),  Palencia (1580), Soria (1581), Granada (1582) y Burgos (1582), en el año de su muerte.

La fundación de Granada la hizo Ana de Jesús, aunque en vida de la Santa, por lo que no siempre aparece en las enumeraciones.

A  estos conventos hay que sumar el primero del Carmelo masculino que funda con San Juan de la Cruz en Duruelo (1567). Santa Teresa conoció a San Juan de la Cruz en Medina del Campo contando ella 52 años y él 24, y le convenció para unirse a la reforma, olvidando sus planes de retirarse a la cartuja de El Paular.


Regresando de la fundación de Burgos, hace parada en Medina del Campo, pero es requerida en Alba de Tormes por la Duquesa de Alba. Está enferma y agotada. Muere en brazos de la Beata Ana de San Bartolomé la noche del 4 de Octubre al 15 de Octubre de 1582 (y esto por coincidir con el cambio del calendario Juliano al Gregoriano).


Muere sin haber publicado ninguna de sus obras, sin haber logrado fundar en Madrid (a pesar de su ilusión), sin haber separado la orden de descalzos de la de calzados y con dudas sobre si sus monasterios se podrían mantener con el espíritu que ella infundió.

Teresa escribió muy poco por iniciativa suya, muchas cartas, alguna poesía y anotaciones. Pero sus obras maestras son fruto de la obediencia a sus superiores, que veían el interés de que escribiera sus experiencias y enseñanzas. Y así comienza todos sus escritos mayores aceptando su encargo con obediencia, pero con notable esfuerzo por su parte.

Escribir le supone un esfuerzo importante, lo hace, en ocasiones, ocupando la otra mano con la rueca, tal y como ella explica: “…  casi hurtando el tiempo y con pena porque me estorbo de hilar y por estar en casa pobre y con hartas ocupaciones”  (Vida 10,7)

La Inquisición vigiló muy de cerca sus escritos temiendo textos que incitaran a seguir el cisma iniciado en Europa, o se alejaran en algún punto de la recta doctrina. Muchos de sus textos están autocensurados, temiendo esta vigilancia. Su manuscrito “Meditaciones Sobre El Cantar de los Cantares” lo quemó ella misma por orden de su confesor, en una época en que estaba prohibida la difusión de las Sagradas Escrituras en romance.

Su vida es fiel reflejo de lo que avisaba a sus monjas: que las gracias recibidas en la oración son para darnos fuerza en servir a los demás. Aunque Teresa es conocida por lo elevado de las gracias místicas y visiones que recibe, su oración no la aparta del mundo, sino que hace que se entregue con especial fuerza y respaldo a las obras que le son encomendadas sufriendo en viajes, discusiones y continuas trabas, burlas y desplantes de sus contemporáneos.

Fue beatificada por Pablo V en 1614, canonizada por Gregorio XV en 1622, y nombrada doctora de la Iglesia Universal por Pablo VI en 1970. La primera mujer de las 4 actuales doctoras de la Iglesia. Las otras son Santa Catalina de Siena, otra carmelita descalza: Santa Teresita del Niño Jesús y una benedictina Santa Hildegarda de Binghen.

jueves, 6 de noviembre de 2014

Nota sobre la doctrina de la santidad


Quisiera aprovechar desde este blog consagrado a dar a conocer contemplativas en España que ha sido propuestas a ser candidatas a ser modelos de santidad de vida consagrada, a ser intercesoras ante el Padre que por medio de su intercesión, hacen que Dios haga milagros para sanar sus hijos, aunque es independiente de su intercesión, pero Dios cuenta también de intercesores después de Jesucristo y de Nuestra Señora, Madre de Dios y Madre Nuestra, Reina del Cielo, la Toda Santa, para ser intermediarios en la concesión de gracias para nuestra existencia espiritual y corporal.

                                          Beata Mª Magdalena de la Encarnación adorando al Santísimo Sacramento
Quisiera tomar del Catecismo de la Iglesia Católica la doctrina sobre la comunión de los santos.
Debemos destacar que el cristiano, cómo su nombre indica, que es aquella persona que vive de manera que toda su existencia está configurada con la de Cristo, verdadero Dios y verdadero hombre, que viviendo desde y por los siglos, enviado por el Padre, se encarnó en el seno virginal de una doncella de Nazareth, María. El cristiano vive cómo Cristo a diferencia de tener el pecado, vive de la gracia de Dios que potencia sus virtudes, así es, es dejado enamorar por Jesucristo que actúa en su vida, en su caminar, apoyado en la fe, contemplando la esperanza  y ejerciendo la caridad. Es Cristo, su motivo, su centro que le une a Dios Padre en compañía de la Madre de Dios y del resto de los santos.

SANTAS CONTEMPLATIVAS DE ESPAÑA, YA EN LOS ALTARES

Santa Teresa de Jesús
 Beata Mª Josefa de santa Inés, agustina descalza de Benigánim
 Beata Ana de san Bartolomé, carmelita descalza enfermera y transcriptora de santa Teresa de Jesús
 Beata María de Jesús López Rivas recibe las Moradas de santa Teresa de Jesús en el convento de san José de Toledo
 Santos Franciscanos Capuchinos
 Beata Mª Ángela Astorch, Clarisa capuchina
                                   Santa Beatriz de Silva, fundadora de la Orden Concepcionista
                        Beata Mariana de Jesús Navarro, mercedaria descalza de Madrid
                                   Santa María Cervellón, fundadora de la Orden Mercedaria

La Iglesia cuando los beatifica o canoniza los propone a toda la Iglesia como modelos a imitar, cómo aquellos que imitaron a Cristo, como diría San Pablo (1º Cor 11, 1) y son intercesores de cada cristiano ante la Trinidad.


PRIMERA PARTE 

LA PROFESIÓN DE LA FE

SEGUNDA SECCIÓN:

LA PROFESIÓN DE LA FE CRISTIANA

CAPÍTULO TERCERO

CREO EN EL ESPÍRITU SANTO

ARTÍCULO 9

“CREO EN LA SANTA IGLESIA CATÓLICA”

Párrafo 5

LA COMUNIÓN DE LOS SANTOS

946 Después de haber confesado "la Santa Iglesia católica", el Símbolo de los Apóstoles añade "la comunión de los santos". Este artículo es, en cierto modo, una explicitación del anterior: "¿Qué es la Iglesia, sino la asamblea de todos los santos?" (San Nicetas de Remesiana, Instructio ad competentes 5, 3, 23 [Explanatio Symboli, 10]: PL 52, 871). La comunión de los santos es precisamente la Iglesia.
947 "Como todos los creyentes forman un solo cuerpo, el bien de los unos se comunica a los otros [...] Es, pues, necesario creer [...] que existe una comunión de bienes en la Iglesia. Pero el miembro más importante es Cristo, ya que Él es la cabeza [...] Así, el bien de Cristo es comunicado [...] a todos los miembros, y esta comunicación se hace por los sacramentos de la Iglesia" (Santo Tomás de Aquino, In Symbolum Apostolorum scilicet «Credo in Deum» expositio, 13). "Como esta Iglesia está gobernada por un solo y mismo Espíritu, todos los bienes que ella ha recibido forman necesariamente un fondo común" (Catecismo Romano, 1, 10, 24).
948 La expresión "comunión de los santos" tiene, pues, dos significados estrechamente relacionados: "comunión en las cosas santas [sancta]" y "comunión entre las personas santas [sancti]".
Sancta sanctis [lo que es santo para los que son santos] es lo que se proclama por el celebrante en la mayoría de las liturgias orientales en el momento de la elevación de los santos dones antes de la distribución de la comunión. Los fieles (sancti) se alimentan con el cuerpo y la sangre de Cristo (sancta) para crecer en la comunión con el Espíritu Santo (Koinônia) y comunicarla al mundo.

949 En la comunidad primitiva de Jerusalén, los discípulos "acudían [...] asiduamente a la enseñanza de los Apóstoles, a la comunión, a la fracción del pan y a las oraciones" (Hch 2, 42):
La comunión en la fe. La fe de los fieles es la fe de la Iglesia recibida de los Apóstoles, tesoro de vida que se enriquece cuando se comparte.
950 La comunión de los sacramentos. “El fruto de todos los Sacramentos pertenece a todos. Porque los Sacramentos, y sobre todo el Bautismo que es como la puerta por la que los hombres entran en la Iglesia, son otros tantos vínculos sagrados que unen a todos y los ligan a Jesucristo. Los Padres indican en el Símbolo que debe entenderse que la comunión de los santos es la comunión de los sacramentos [...]. El nombre de comunión puede aplicarse a todos los sacramentos puesto que todos ellos nos unen a Dios [...]. Pero este nombre es más propio de la Eucaristía que de cualquier otro, porque ella es la que lleva esta comunión a su culminación” (Catecismo Romano, 1, 10, 24).
951 La comunión de los carismas: En la comunión de la Iglesia, el Espíritu Santo "reparte gracias especiales entre los fieles" para la edificación de la Iglesia (LG 12). Pues bien, "a cada cual se le otorga la manifestación del Espíritu para provecho común" (1 Co 12, 7).
952 “Todo lo tenían en común” (Hch 4, 32): "Todo lo que posee el verdadero cristiano debe considerarlo como un bien en común con los demás y debe estar dispuesto y ser diligente para socorrer al necesitado y la miseria del prójimo" (Catecismo Romano, 1, 10, 27). El cristiano es un administrador de los bienes del Señor (cf. Lc 16, 1, 3).
953 La comunión de la caridad: En la comunión de los santos, "ninguno de nosotros vive para sí mismo; como tampoco muere nadie para sí mismo" (Rm 14, 7). "Si sufre un miembro, todos los demás sufren con él. Si un miembro es honrado, todos los demás toman parte en su gozo. Ahora bien, vosotros sois el cuerpo de Cristo, y sus miembros cada uno por su parte" (1 Co 12, 26-27). "La caridad no busca su interés" (1 Co 13, 5; cf. 1 Co 10, 24). El menor de nuestros actos hecho con caridad repercute en beneficio de todos, en esta solidaridad entre todos los hombres, vivos o muertos, que se funda en la comunión de los santos. Todo pecado daña a esta comunión.


954 Los tres estados de la Iglesia. «Hasta que el Señor venga en su esplendor con todos sus ángeles y, destruida la muerte, tenga sometido todo, sus discípulos, unos peregrinan en la tierra; otros, ya difuntos, se purifican; mientras otros están glorificados, contemplando "claramente a Dios mismo, uno y trino, tal cual es"» (LG 49):
«Todos, sin embargo, aunque en grado y modo diversos, participamos en el mismo amor a Dios y al prójimo y cantamos el mismo himno de alabanza a nuestro Dios. En efecto, todos los que son de Cristo, que tienen su Espíritu, forman una misma Iglesia y están unidos entre sí en Él» (LG 49).
955 "La unión de los miembros de la Iglesia peregrina con los hermanos que durmieron en la paz de Cristo de ninguna manera se interrumpe. Más aún, según la constante fe de la Iglesia, se refuerza con la comunicación de los bienes espirituales" (LG 49).
956 La intercesión de los santos. "Por el hecho de que los del cielo están más íntimamente unidos con Cristo, consolidan más firmemente a toda la Iglesia en la santidad [...] No dejan de interceder por nosotros ante el Padre. Presentan por medio del único mediador entre Dios y los hombres, Cristo Jesús, los méritos que adquirieron en la tierra [...] Su solicitud fraterna ayuda, pues, mucho a nuestra debilidad" (LG 49):
«No lloréis, os seré más útil después de mi muerte y os ayudaré más eficazmente que durante mi vida» (Santo Domingo de Guzmán, moribundo, a sus frailes: Relatio iuridica 4; cf. Jordán de Sajonia, Vita 4, 69).
Pasaré mi cielo haciendo el bien sobre la tierra (Santa Teresa del Niño Jesús, verba).
957 La comunión con los santos. "No veneramos el recuerdo de los del cielo tan sólo como modelos nuestros, sino, sobre todo, para que la unión de toda la Iglesia en el Espíritu se vea reforzada por la práctica del amor fraterno. En efecto, así como la unión entre los cristianos todavía en camino nos lleva más cerca de Cristo, así la comunión con los santos nos une a Cristo, del que mana, como de fuente y cabeza, toda la gracia y la vida del Pueblo de Dios" (LG 50):
«Nosotros adoramos a Cristo porque es el Hijo de Dios; en cuanto a los mártires, los amamos como discípulos e imitadores del Señor, y es justo, a causa de su devoción incomparable hacia su rey y maestro; que podamos nosotros, también, ser sus compañeros y sus condiscípulos (Martirio de san Policarpo 17, 3: SC 10bis, 232 (Funk 1, 336)).
958 La comunión con los difuntos. «La Iglesia peregrina, perfectamente consciente de esta comunión de todo el cuerpo místico de Jesucristo, desde los primeros tiempos del cristianismo honró con gran piedad el recuerdo de los difuntos y también ofreció sufragios por ellos; "pues es una idea santa y piadosa orar por los difuntos para que se vean libres de sus pecados" (2 M 12, 46)"» (LG 50). Nuestra oración por ellos puede no solamente ayudarles, sino también hacer eficaz su intercesión en nuestro favor.
959 En la única familia de Dios. "Todos los hijos de Dios y miembros de una misma familia en Cristo, al unirnos en el amor mutuo y en la misma alabanza a la Santísima Trinidad, estamos respondiendo a la íntima vocación de la Iglesia" (LG 51).


960 La Iglesia es "comunión de los santos": esta expresión designa primeramente las "cosas santas" (sancta), y ante todo la Eucaristía, "que significa y al mismo tiempo realiza la unidad de los creyentes, que forman un solo cuerpo en Cristo" (LG 3).
961 Este término designa también la comunión entre las "personas santas" (sancti) en Cristo que ha "muerto por todos", de modo que lo que cada uno hace o sufre en y por Cristo da fruto para todos. 
962 "Creemos en la comunión de todos los fieles cristianos, es decir, de los que peregrinan en la tierra, de los que se purifican después de muertos y de los que gozan de la bienaventuranza celeste, y que todos se unen en una sola Iglesia; y creemos igualmente que en esa comunión está a nuestra disposición el amor misericordioso de Dios y de sus santos, que siempre ofrecen oídos atentos a nuestras oraciones" (Beato Pablo VI, Credo del Pueblo de Dios, 30).